viernes, 29 de junio de 2007

ESCUELAS DE CINE o “Donde realmente se aprende cine es en los rodajes”. Capítulo 1

Durante dos años estuve estudiando en una escuela de cine, por lo que mi ego me dice que tengo algún tipo de derecho de opinar sobre ellas. Dado que, aunque vaya a criticarla, guardo aún algunos buenos recuerdos, no voy a decir nombres. Además, creo que lo que voy a decir se puede aplicar de una manera general a casi todas las escuelas del mismo corte: no valen para casi nada.

Teniendo en cuenta que con esta opinión ya me voy a ganar a otro grupo de seguidores de mi pescuezo, explicaré mi opinión de la manera más detallada posible.

Imagen: Alejandro Amenabar (Tesis, Abre los Ojos), ejemplo de director que dejó la carrera para dirigir, con un Oscar bajo el brazo.


El cine es un arte y, cuando quieres ser director o guionista, más. Aunque tienes que conocer el medio en el que te mueves, si no tienes inspiración o talento (cosas que aún dudo que tenga) vas j*dido. Por eso, enseñar cine tratándolo como si de una carrera universitaria se tratara le quita, en mi opinión, el aspecto más artesanal y real del asunto. Si, puedes saberte todos los tipos de objetivos y haberte visto todas las películas recomendadas a principio de curso pero, hasta que no estas en un rodaje de verdad (no las practicas que se realizan en la escuela, las cuales distan bastante de la realidad), no sabes absolutamente nada de cómo se hace una película.

En siguientes mensajes profundizaré más en los errores que le veo a estas nobles y bien intencionadas (que no por ello acertadas) instituciones, pero antes de nada, quiero decir para lo que creo que sirven.

Imagen: Juan Carlos Fresnadillo (Intacto, 28 semanas después), ejemplo de director procedente de Escuela de Cine que hace grandes cosas.

En primer lugar, haces contactos o sabes con quien no quieres trabajar ni loco. Ambas cosas son positivas. Por un lado conoces a gente capaz y/o con ganas con la que puedes hacer cosas en el futuro. Por el otro, te haces una lista negra de personas y de tipos de personajes del mundillo que debes de mantener contra más lejos, mejor. Nadie sabe lo que nos depara el futuro, pero si vamos prevenidos y con los contactos bien claros, mejor que mejor.

En segundo lugar, te dan una base. Te dicen que es cada cosa, para que sirve y tienes tu primer contacto con las herramientas de las que te servirás en tu futuro cinematográfico. Sin embargo, con un año de escuela, en bastantes aspectos, vas sobrado, dado que la repetición de contenidos en cursos superiores llega a ser bastante absurda, sobretodo cuando tienes que desembolsar bastante dinero para poder hacer la carrera.

En último lugar, hace que realmente quieras o no seguir en esto. Conozco mucha gente que, en la lucha fratricida que se da en las escuelas de cine, han caído en el camino, abandonando por completo sus sueños. Si embargo, muchos otros, acabando o no su camino estudiantil, han llegado alto, cumpliendo sus sueños.

La frase que acompaña el título es la que varios profesores nos dijeron durante mi periplo en la escuela de cine y que, en gran medida, definió mi destino. Algunos aún creen que mi marcha prematura de la escuela (son tres años de los que solo realice dos) fue signo de que dejaba la profesión… Para suerte o desgracia del cine, sólo definió que camino quería seguir y como realizarlo… Desde abajo y tocando todos los palos del cine, en la vida real. En ese aspecto, debo de ser el mejor alumno de la escuela, porque hice justo lo que nos dijeron. :P

He sido productor, script, sonidista, actor, guionista, ayudante de dirección y director, de mejor o peor manera, en bastante proyectos, durante los últimos años. He conseguido un equipo de gente fantástico con el que me entiendo y con el que quiero compartir mi futuro cinematográfico. He visto la humildad de una profesión que emana ego por todos sus poros. Por todo esto, puedo decir que me ha servido la escuela de cine… Pero para nada más.

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