" Eres grande en una pista tienes grande el corazón. Las miradas de esa chica se roban como un balón."Me sorprendio ayer la noticia de que la serie Pokemon iba a ser editada en uno de esos "fantásticos" métodos de hacer dinero fácil que son los fasciculos y/o entregas destinadas a kiosco. Esto, para mi, marca el final de una época.
Hace unos años, no demasiados, las colecciones que tenían el honor de estafar a los aficionados con tal método eran Ranma, Oliver y Benji y, por supuesto, la reina por excelencia, Dragon Ball y sus secuelas, entre otros clásicos de los 80 y principios de los 90. Ahora, empieza la veda. Las colecciones clásicas han dado un salto de 5 años, pasando del 92 al 98 con la series de finales de los 90 como la mencionada Pokemon, por no hablar de la reciente serie de las Tortugas Ninja, pero eso es capítulo aparte.
¿Qué significa eso para un tipo como yo? Pues que, aunque nos quieran recordar con campañas de refrescos o canciones de Kiss FM que hubo una década maravillosa que empezó en 1975 y acabo en 1993 (algún día explicare esta teoría), ya, para los más pequeños de la casa, quitando las recalcitrantes colecciones de RTVE con Heidi, Heidi y Heidi, los dibujos con los que nos criamos nosotros están empezando a ser olvidados. Por supuesto, no hablo de Dragon Ball, ni de Oliver y Benji, que tienen su más que cientos de secuelas y películas. Ni siquiera de Ranma, porque la genialidad siempre será reconocida. Hablo de series más "pequeñas" pero que llegaron a toda una generación, como la que da título a este post.
Hasta que haya un milagro y se decidan a sacar DVDs de la mencionada serie (o de Lupin III, o de City Hunter...) en formato fascículo, me conformaré con los cómics publicados por Banzai (genial edición en plan Biblia del Salido Baloncestístico). Sólo me queda entonar un "Tres puntos, colega". Chicho, eres grande.
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